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La especie humana ha practicado la caza desde la prehistoria, era la primera y principal ocupación de los hombres. Se considera que los primeros grupos humanos utilizaron un sistema de caza, pesca y recolección el cual fue muy eficiente para garantizar el poblamiento del planeta. Se estima que más del 80 % de los grupos humanos en la actualidad son herederos de este modo de producción basado en el desarrollo de incipientes tecnologías y técnicas primitivas de recolección, cacería y pesca.3

El humano comenzó a cazar para subsistir, y así sigue siendo actualmente en muchas partes del mundo. La caza de subsistencia es aquella actividad que se realiza con la finalidad de obtener proteína animal o subproductos de caza para satisfacer las necesidades propias de los grupos humanos ligados a zonas rurales donde la disponibilidad de especies cinegéticas es alta.

La mitología griega representa a Artemisa como la divinidad de los cazadores. Quirón, que cuidó de la instrucción de la mayor parte de los héroes de la antigüedad, fue instruido por Artemisa en el arte de la montería. La misma atribuye a Pólux la gloria de haber enseñado o adiestrado los perros en la caza; y Cástor introdujo los caballos en la caza de los ciervos.

En Babilonia y Media tenían también una afición particular a la caza y los últimos habían construido grandes parques, en los que tenían encerrados leonesjabalíesleopardos y ciervos. En la Grecia de los tiempos heroicos eran apasionados también por la caza. Platón llamaba a la caza «ejercicio divino» y la escuela de las virtudes militares. Leemos en Homero que Ulises fue herido en el muslo por un jabalí cuya señal le duró toda la vida. Tenían una cierta vanagloria en poseer perros bien enseñados a los que les daban nombres diferentes, distinguiéndolos según el país de donde provenían. Tampoco les era desconocida la caza de pájaros con el halcón y gavilán.

En Roma solo los esclavos y la gente de baja extracción eran los que iban a la caza, a pesar de que consideraron esta ocupación como un ejercicio honesto. Paulo Emilio regaló a Escipión un equipaje de caza semejante a los de los reyes de Macedonia; y el joven héroe después de la derrota de Perseo cazó en el reino de este príncipe durante todo el tiempo que sus tropas permanecieron en el. Pompeyo, vencedor en las regiones africanas, se entregó entre estos pueblos a los placeres de la caza.